Cinco años y nueve meses han transcurrido desde que comence una de las aventuras más apacionantes que he podido tener en mi vida.
Ser madre por tercera vez de una niña, que ante mis ojos, lucía perfecta, redonda y serena como la marea en luna llena.
Ese día maravilloso, ese 14 de Mayo, fue un renacer en mi espíritu, abandonado y gris que venía arrastrando desde hacía ya tiempo.
Como ella, un resplandor alumbró mi camino.
Su cabello azabache, sus pestañas largas y pobladas, se calcaron en mi mente como un geroglífico.
Sus cachetes, que cubrían casi toda su boquita acorazonada, no permitían sostener mi deseo de besarla y que mi boca sumergida en ellos desprendieran cada uno de los besos.
Por la madrugada no se me hacía pesado el interrumpido sueño característico de los primeros meses. Mi negación a que mi esposo me otorgara unas horas más de descanso por las noches no significaron un placer para mi, al contrario, me restaban el privilegio de tener entre mis brazos aquella pequeñez tierna y dulce que vivió en mi y ahora yo vivía para ella.
Las mañanas de aquella primavera fueron de nuevo hermosas como las de hace quince años.
Entre flores y trinares de pajaritos, mi florecita preferida me hacía sentir fuerte, enérgica, emprendedora y con ganas de comerme el mundo mientras ella me miraba con sus ojos inmensos y llenos de brillo al saberme felíz.
Ella sabía que en ese momento yo estaba viviendo lo más hermoso después de 3 años, lo más intenso, el saborear cada amanecer con las ganas de vivir sin perder ni un segundo de respiro ni de ella ni mío.
Su delicada y suave piel con aromas a talco y lavanda, me recordaba a cada instante lo frágil que podía ser la vida.
Por eso mi deseo de exprimirla. De no perderme ni un segundo de cada parpadeo de esos ojos grandes y vestidos de largas pestañas.
Los latidos de su corazón, que sentía sobretodo por las noches al sujetarla para alimentarle, rejuvenecían el mío como si sus palpitaciones le dieran fuerza y firmeza. Era increible el tiempo que pasaba contemplando la perfección del milagro de la vida del cual me adueñaba con recelo y egoísmo.
Esa pequeña que abundaba en amor y magía, que me trajo de vuelta a la vida, ya hoy llega a sus cinco años y aún sigue siendo ese pedacito dulce y ligero, que con caracter intempestivo me inyecta de manera recíproca esa intensa manera de vivir.
Hoy ella continúa sorprendiéndome con sus ocurrencias y con su hablar chueco por la mezcla de idiomas y palabras aprendidas de otros lugares, con su peculiar creatividad hasta para mentir, con la habilidad y sutileza de un sabio para encubrir sus travesuras en medio de lágrimas y dramáticos escenarios.
Mi niña, continúa fiel y luchadora por causa justa. Vence con dulzura la ira del contrario, vive libre de prejuicios y cree en tí misma con convicción, haciendo siempre lo que felíz te haga y llene tu corazón sin dañar el de otros.
No te dejes vencer por el ruido del enemigo, no pierdas de vista tus metas. Quizá ahora no lo entiendas, pero la única manera de triunfar es subiendo escalones más no cabezas.
Mantén tu mente enfocada en el bien. La compasión sera un buen aliado en los momentos que te sientas derrotada por otros. Seguro, si actuas con bien, la razón sera tuya sin enfados ni rencores.
Que el amor sea tu consejero y Papa Dios tu mano derecha.
Te amo mi torbellina, vida de mi vida.
Mamá
domingo, 13 de mayo de 2012
martes, 8 de mayo de 2012
Un vals en primavera
Hoy me siento satisfecha.
Hoy se cumple 15 literales primaveras desde que tu, mi niña
te desprendiste de mis entrañas para comenzar a recorrer, tu el inicio de una
vida, y yo,junto contigo la tuya y la nueva etapa de la mía.
En mi te albergaste, alma, corazón y cuerpo durante nueve
hermosos y emocionantes meses.
Cada uno mas emocionante que otro , como tu, mi niña.
Llegaste a mi vida, inesperada pero deseada.
Ese 8 de mayo, ante mi, brillaron los mas hermosos ojos
azulados que pude haber visto en mi vida, cabellos enrizados y de tonos rojizos
resplandecían atraves de la puerta que daba paso a la habitación blancuzca de
ese hospital.
Solo tu brillabas. Mis ojeras y cansancio se desvanecieron
al mismo instante en el que supe que habías llegado por completo a mi vida.
Era una algarabía, la habitación repleta de gente, entrando
y saliendo con flores y regalos, pero la mas hermosa tu. Regalo inmenso de la
vida misma.
Colmaste mis días de entera satisfacción, no importaban los
trasnochos tu los vestías de ternura, tampoco maquillaje porque tu pintabas
sonrisas en mi cara con la habilidad del mejor pintor, la depresión jamás se
atrevió asomarse, ya que al ver tus ojos brillantes y tiras coloradas
destellando en tu cabecita, huyo sin pensar en insistir.
Con ella huyeron tambien los temores, porque desde el primer
momento que comenzaste a crecer en mi, nada me hacia temer con tal de
mantenerte a salvo.
Por alguna otra puerta, intentaron visitar diferentes
sentimientos que la felicidad que trajiste venció por completo.
Siempre tu, detrás de tus ideales, tu, sin moldes ni
escrituras previas, desafiabas sin darte cuenta la psicología moderna de esos
años. Los brotes de tu personalidad decidida y precoz que mostrabas en cada
etapa de tu infancia fueron abriendo camino a lo que hoy sigue predominando en
ti, autenticidad, independencia y madurez.
Así continuaron los años y con ellos sorprendiéndome, no
decía nada, siempre piensan que son cosas de mama encantada. Pero como tu mama
sentía lo especial que eras y lo especial que ahora sigues siendo.
Y estos 15 años me han dado la razón.
Mi niña linda, brilla como el sol, estrella fulminante y
alegría de cada día, y como la luna reina de la noche con algarabía gitana.
Cultiva tu alma con el empeño de aquel quien preserva una
rosa en una cupula de cristal, sensible, constante, humilde y con esa fragancia
única y tuya.
Manten tu cara en alto, con el orgullo que merecen tus
acciones, aceptando tus caídas como parte de tu camino mas no como derrotas.
Se fiel a tus principios, tus creencias y con benevolencia
llevalas a tu vida, si no dañan a nadie podrás creer que son buenas.
Ama con empeño
bravío, como la rebeldía precisa de tu edad. Sin miedo a entregar tu corazón,
pero atenta a la razón.
Mas quisiera yo estar en cada peldaño que asciendas y en los
que por desdichas te estaciones, para ser luz en tu camino, pero se que
imprescindible no soy y para eso esta Dios que tu manita de el colgue desde el
día que te vi nacer.
Te amo desde que supe existías, mas cuando te conocí y en
tus 15 años es sello de mi fidelidad a la vida y mi lealtad a este amor, lo que
seguirá sumando energía al sentimiento inexplicable pero increíblemente
afincado en mis raíces de madre.
Por siempre donde te encuentres,
Mama.
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